Ciudad Lineal, la utopía construida de Arturo Soria



“Una sola calle de unos 500 metros de anchura y de la longitud que pueda resultar necesaria... [una ciudad] cuyos extremos puedan ser Cádiz o San Petersburgo, o Pekín o Bruselas”

 Arturo Soria y Mata, hablando sobre el proyecto 
de la Ciudad Lineal en 1882.

            Hasta que en tiempos recientes se creó en Valdebebas el ya conocido como barrio de los arquitectos el callejero de Madrid no había encontrado el momento de dar  un amplio reconocimiento a los nombres de los profesionales del diseño y la ejecución de la propia ciudad. Arquitectos de contrastado prestigio podían contar con el reconocimiento de una calle, como por ejemplo los afamados Juan de Herrera o Ventura Rodríguez, mientras que otros aguardaban su turno esperando una oportunidad en silenciosa competición con figuras de otros ámbitos. La dificultad de obtener este humilde pero importante recordatorio social destaca la excepcionalidad de la obra del urbanista e ingeniero de caminos madrileño Arturo Soria y Mata que desde hace años cuenta en su haber con el doble reconocimiento a su persona y a su obra. Ambos sobradamente merecidos.



            El actual distrito de Ciudad Lineal es el legado dejado a Madrid por Arturo Soria, y aunque caminando por la calle que lleva su nombre y su prolongación por la calle Hermanos García Noblejas no se puede ya disfrutar de las sensaciones que ofrecía su trazado original sí puede apreciarse que la concepción moderna y visionaria del urbanismo que propuso no ha perdido un ápice de vigencia. Más aún, sus desafíos y virtudes se corresponden con los que hoy día, a principios del siglo XXI, afronta la arquitectura. El trazado no obedece a un diseño fundamentado en lo estético, del que la arquitectura y urbanismo barrocos son paradigmáticos, sino que busca la eficiencia sin renunciar a las necesidades inherentemente humanas. Su visión no es por tanto tampoco mecanicista, al modo del Movimiento Moderno y el urbanismo radicalmente funcional de ciudades como Brasilia, sino que combina con sutileza la eficacia y la confortabilidad, entendida esta confortabilidad también como garantía de una experiencia sensorial y emocional satisfactoria.
            Los retos actuales de las ciudades inteligentes (smart cities) son los mismos que trató de satisfacer Arturo Soria con su propuesta de Ciudad Lineal formulada a principios de 1880. Considerando que los 3 objetivos fundamentales de las ciudades inteligentes son la creación de infraestructuras eficientes, de sistemas locales de prosperidad y competitividad y, finalmente, la idea de sostenibilidad, se aprecian coincidencias evidentes. Si bien los conceptos actuales son más amplios y contienen aspectos relacionados con tecnologías que por aquel entonces eran desconocidas, los principios son equivalentes.



            Esto sucede porque Arturo Soria consideró la eficiencia (en las infraestructuras de transporte y la organización territorial) como un punto fundamental de su propuesta pero no renunció de ningún modo a la relación entre el hombre y el medio natural. Esta fusión entre el mundo rural y urbano surge de manera espontánea, como consecuencia de la idea y no como una imposición externa añadida al modelo.



            El proyecto de la Ciudad Lineal pretendía unir las ciudades existentes con un nuevo tejido que sería también ciudad. Este nuevo tejido crecería en torno a las arterias principales formadas por vías de ferrocarril (es imprescindible advertir que por aquel entonces el automóvil no había sido aún inventado). Más allá del territorio edificado se abrían campos de explotación agrícola, conjugando las necesidades rurales y urbanas de forma limpia y con transiciones suaves realizadas a través de bandas sucesivas que funcionaban como filtros.



            La dimensión de cada uno de los elementos estaba planificada para crear una ciudad saludable donde los servicios públicos esenciales de agua, gas, alcantarillado y electricidad discurrían también a lo largo del eje.  La avenida principal medía 40 metros de ancho e incluía el espacio suficiente para las vías férreas, aceras y paseos para viandantes y carruajes, así como ajardinamientos. A cada lado de la avenida se edificaban sendas franjas de manzanas rectangulares o cuadradas, con un ancho de 200 metros cada una. Las construcciones no podían superar las tres plantas y cada vivienda tenía las cuatro fachadas libres y disponía de su propio jardín. Las calles transversales tenían un mínimo de 20 metros de ancho y respetaban en todo momento la perpendicularidad respecto al eje. Más allá de estas franjas edificadas se situaban masas arbóreas de tipo boscoso ocupando un ancho de 100 metros a cada lado para delimitar el borde de la Ciudad Lineal respecto del resto del territorio, en su mayor parte campos de cultivo.





            Para llevar a cabo su proyecto Arturo Soria creó la Compañía Madrileña de Urbanización y compró terrenos en el área este de la ciudad de Madrid, un lugar que por aquel entonces estaba despoblado. El objetivo de este primer impulso era construir un collar de 50 kilómetros de longitud en torno a Madrid, aunque finalmente sólo se ejecutaron 5 kilómetros. Se creó una línea de tranvías propia para la nueva urbanización y se realizó en parte el trazado dispuesto por el urbanista, pero la falta de continuidad y la ruptura económica y social que supuso la Guerra Civil Española hicieron que finalmente la Ciudad Lineal se paralizara y terminara por ser absorbida por la ciudad de Madrid, en constante crecimiento, hasta convertirse en el distrito que hoy en día es.


Fotografía de época del tranvía
de Ciudad Lineal

            No obstante, la paralización del proyecto madrileño no supuso ni mucho menos el final de la idea. La Ciudad Lineal ideal, siendo unión y nexo de ciudades puntuales, recorriendo Europa y el mundo tal y como soñaba Arturo Soria (desde Cádiz a San Petersburgo, incluso hasta Pekín), nunca llegó a ejecutarse, pero tuvo impulsos sucesivos en otros países que adoptaron sus planteamientos y trataron de hacerla viable, si bien no de forma tan ambiciosa sí manteniendo buena parte del espíritu inicial.
            Destacan en este sentido los proyectos de los urbanistas rusos en los años veinte y treinta, la ciudad Metrolinear de Reginald Malcolmson (1956), el proyecto de  Ciudad Lineal de Pampus en Amsterdam según proyecto de Jo van den Broek y  Jaap Bakema (1965), así como las tesis de Le Corbusier planteadas en Les trois établissements humains (1945).
            En 1930 Nikolai Milyutin propuso para Stalingrado una ciudad lineal compuesta por seis franjas paralelas. Cada una de estas franjas tenía una función distinta  y estaban distribuidas unas con respecto a otras de tal forma que sus usos se complementasen. El orden propuesto era el siguiente: zona ferroviaria, zona industrial (con centros de educación e investigación), zona verde (incluyendo una autopista), zona residencial, zona de parque y deportiva y, finalmente, una franja dedicada a uso agrícola. No obstante, el proyecto quedó en un plano meramente teórico.
            En las mismas fechas el gobierno soviético propuso la fundación de la ciudad de Magnitogorsk y varios arquitectos de la OSA (Sociedad de Arquitectos Contemporáneos)  como Ginzburg y Leonidov así como Milyutin, presentaron sus propuestas. Leonidov optó entonces por una ciudad lineal articulada por una carretera de 32 kilómetros que enlazaba dos franjas conformadas por plantas industriales y comunidades agrícolas. Sin embargo, las autoridades se decantaron por dar el encargo al arquitecto alemán Ernst May y su equipo de Frankfurt, impidiendo la materialización del proyecto.


Proyecto de ciudad lineal en Magnitogorsk,
por Leonidov

            Por su parte Le Corbusier, referente mundial de la arquitectura en la época, jugó con la idea de la ciudad lineal en varias ocasiones a lo largo de los años. Destaca su propuesta para Zlin en la actual República Checa (hacia 1935)  donde realiza una adaptación del modelo de Milyutin. Planteó conectar la ciudad antigua con el centro fabril mediante vías de ferrocarril y carreteras en paralelo a dos franjas donde se ubicarían las viviendas de la empresa y la nueva industria. No obstante, el plan no se adoptó en su totalidad, siendo ejecutado sólo en parte.


Ciudad lineal de Zlin (República Checa)
Proyecto original de Le Corbusier

            Tiempo después, en su publicación Les trois établissements humains, Le Corbusier terminaría por considerar el modelo de ciudad lineal como una de las tres unidades productivas posibles, siendo las otras dos la ciudad radial tradicional y la cooperativa agrícola.
            El reto de planificar y ejecutar una verdadera ciudad lineal, por tanto, nunca estuvo más cerca de ser posible que con Arturo Soria. Si bien es cierto que finalmente la experiencia de Madrid fue absorbida y transformada por la ciudad tradicional, también es cierto que en el tiempo que permaneció independiente, desde el final de la ejecución del primer tramo en 1911 hasta mediada la década de los años 30, fue el mejor y más auténtico ejemplo del urbanismo inteligente y moderno, donde la eficiencia, el respeto al medio ambiente y la calidad de la habitabilidad se funden en un único proyecto.
            Hoy día, el modelo de ciudad actual aún no ha resuelto los problemas del colapso de sus vías de comunicación y debe mejorar tanto su eficiencia como las medidas de respeto al medio ambiente. La demanda de calidad de vida de los ciudadanos es creciente y la Ciudad Lineal contiene muchas ideas de utilidad vigentes que aún no han sido del todo exploradas.
Sus posibilidades, bien mirado, son inmensas.



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