El
estadio del Real Madrid ha estado históricamente en continuo cambio. El equipo
no sólo se ha mudado en numerosas ocasiones sino que una vez encontró el
emplazamiento que hoy día se antoja definitivo, junto al Paseo de la Castellana
en el distrito de Chamartín, el estadio ha
sufrido numerosas reformas que lo han ido adaptando y adecuando a los nuevos
tiempos.
Los
jugadores del Real Madrid no dispusieron en sus comienzos de un campo propio
puesto que el fútbol era un deporte minoritario y ocuparon sucesivamente el
Hipódromo de la Castellana, el Campo de la Estrada en los Altos de Velázquez y la
explanada de la Plaza de toros de Goya (hoy lugar donde se asienta el Palacio
de Deportes, sede del Real Madrid de baloncesto) entre otros. En 1912 los
socios del club alquilaron el que sería su primer campo estable, el de O’Donnell,
que ya disponía de vestuarios y tribuna de autoridades, y allí permaneció el
equipo hasta 1923, cuando el dueño de los terrenos decidió edificar viviendas
en ellos, poniendo a los directivos en la tesitura de buscar de nuevo lugar
para su estadio. Se pusieron entonces en contacto con Arturo Soria, quién les
facilitó el alquiler del Velódromo de Ciudad Lineal en lo que entonces era el
extrarradio de Madrid. Allí permanecieron apenas un año, tiempo en el cual se
ejecutaron las obras del hoy día denominado estadio Viejo Chamartín en los
terrenos del antiguo municipio de Chamartín de la Rosa que fue anexionado a la
ciudad de Madrid en junio de 1948. El arquitecto fue un ex-jugador del equipo,
José María Castell, que diseñó un estadio con capacidad para 15.000
espectadores además de dotarlo de
instalaciones adicionales como pistas de tenis, gimnasio y piscina.
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Fotografía de época del Viejo Chamartín |
El
Nuevo Chamartín, rebautizado en 1955 como Estadio Santiago Bernabéu, no
iniciaría sus obras hasta el año 1944, siguiendo el proyecto de los arquitectos
Manuel Muñoz Monetary y Luis Alemany Soler, para quedar concluido en 1947. La
capacidad del recinto se multiplicó por cinco y ascendía ya hasta los 75.000
espectadores.
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Vista general de la Castellana en 1956
con el estadio Nuevo Chamartín a la derecha de la imagen |
Las
obras de ampliación y mejora no iban a dejar de sucederse en años posteriores,
ya fuera por necesidades de público o de normativas deportivas y de seguridad. En
el año 1954 se ampliaría un lateral permitiendo un aforo de 125.000
espectadores que se redujo en las obras de adaptación para el Mundial de España
de 1982 hasta los 90.000, ganando sin embargo nuevas marquesinas de protección
para espectadores y una remodelación de sus fachadas. En los noventa se
ejecutaron nuevas ampliaciones y reformas, incluyendo las características
cuatro torres de las esquinas para la evacuación de espectadores con rampas
helicoidales en su interior.
A
lo largo de la primera década del recién estrenado siglo XXI, con Florentino
Pérez como nuevo presidente del club, se realizarían numerosas obras destinadas
a la mejora de la estética y confortabilidad del estadio. Una de ellas fue el
rediseño del cerramiento exterior, señalética y disposición de paneles
luminosos.
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Estadio Santiago Bernabéu |
Estos cambios menores serían apenas la antesala de una
nueva remodelación, probablemente la más ambiciosa desde la creación del propio
Nuevo Chamartín.
Para
ello se optó por recurrir a arquitectos de renombre internacional con la
intención de darle una nueva dimensión a su arquitectura. Estadios como el
Allianz Arena de Herzog & de Meuron o el denominado “El Nido”, Estadio Nacional
de Pekín ejecutado también por el estudio suizo, merecen la pena ser visitados
por sí mismos como muestras de la mejor arquitectura contemporánea. Su
capacidad para interesar a toda clase de público, desde el aficionado
deportivo, al especializado en la arquitectura o al simple turista, potencia la
atracción del estadio generando una sinergia que beneficia a todos, y
especialmente a la ciudad.
El
objetivo era además cambiar el concepto actual de estadio ampliando su oferta
de ocio y sus usos. Se trataba no sólo de ser lugar de reunión para los
aficionados al fútbol en los días de partido, sino de permitir que todos los
días del año el estadio tuviera actividades atractivas para toda clase de
público en relación con el equipo. De este modo se añadieron al programa los
usos hotelero, de restauración y comercial.
En esta primera fase no hubo un claro ganador y se optó por
solicitar reformas en los proyectos presentados para volver a competir en una
segunda fase. En esta segunda vuelta algunos proyectos cambiaron sustancialmente, como el presentado por el equipo formado por Moneo y Herzog & de Meuron.
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Proyecto de Moneo/Herzog & de Meuron en la 2ª fase |
A principios de 2014 se tuvo por fin un ganador, el proyecto del
estudio alemán GMP Architekten con el apoyo del estudio español L35 y la
empresa Ribas.
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Proyecto ganador de GMP Architekten |
El
nuevo proyecto propone para el estadio una nueva piel exterior metálica de
formas suaves, previsiblemente de titanio, en bandas longitudinales capaces de
abrirse o cerrarse para adecuar la iluminación del interior de acuerdo a
patrones de eficiencia y sostenibilidad energética. Un sistema de luminarias LED
proyecta sobre la fachada colores e imágenes, como si se tratase de una inmensa
pantalla. El campo de juego puede techarse con una cubierta retráctil para los
partidos o conciertos, desplegándose en un tiempo de 15 minutos. Se amplía el
aforo en 5.000 personas y alberga nuevos usos comerciales y hoteleros, incluyendo
1.500 plazas de aparcamiento, gracias a la ocupación del terreno libre entre el
estadio y el Paseo de la Castellana, creando además una nueva plaza con zonas
verdes y una ampliación del museo. Una gran terraza en forma de anillo recorre
la zona superior del estadio, con vistas a la ciudad y al terreno de juego.
Desde las habitaciones del hotel, sin necesidad de ir a un palco, se pueden ver
los partidos en vivo, lo que supone una nueva dimensión en la formas de vivir
el espectáculo del deporte.
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Vista interior del área comercial del estadio |
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Vista exterior de la plaza |
El
proyecto tiene un coste estimado de 400 millones de euros y un tiempo de
ejecución de 3 años, sin que las obras de remodelación alteren el
funcionamiento normal del estadio.
Desde
que el equipo empezó jugando en campos improvisados, desde que se levantó el
Viejo Chamartín hasta la actualidad, el espíritu de crecimiento y mejora no ha
hecho sino aumentar la importancia de un icono mundial de la ciudad de Madrid,
que pronto tendrá en la arquitectura del Bernabéu un nuevo referente global.
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